Este Estambul en blanco y negro de OrhanPamuk mereció en su día una enciclopedia, la primera del mundo dedicada a una ciudad. La ideó Reşat Ekrem Koçu, un escritor estambulí nacido en 1905. El primer volumen salió en 1944, pero quedó incompleta por falta de dinero. Alcanzó la página 1.000, correspondiente al cuarto tomo, todavía muy cerca del principio, tan sólo en la letra B.

Reşat Ekrem Koçu lo intentó una segunda vez en 1958. Pero en lugar de seguir por donde se quedó, comenzó de nuevo por el principio, siguiendo una especie de corazonada borgiana —Borges, por cierto, estuvo una vez en Turquía y durante su viaje le pareció el turco un idioma agradable, como un alemán pero más suave—. Esta vez, llegó hasta el undécimo volumen, correspondiente a la G. Más que un fracaso, Orhan Pamuk dice de esta enciclopedia que contiene los textos más extraños y brillantes escritos jamás sobre Estambul en todo el siglo XX.

Si se ha estado primero en Estambul transitando las páginas del libro de Orhan Pamuk es recomendable consultar antes de viajar la previsión del tiempo. Mejor hacer coincidir el viaje en invierno, cuando llueva, o mejor, hacerlo coincidir con el aviso de alguna nevada, que es cuando se borra el trazado de las calles bajo el manto blanco, los gatos se esconden en cualquier rincón y las palomas asemejan tachones de tinta en el cielo. Sólo entonces se encuentra el Estambul que se leyó primero. De lo contrario, costará asimilar el cielo azul que cubre el Bósforo, el caótico frenesí de autobuses, taxis y peatones, la animación de gentes cruzando el puente de Gálata, mirando de reojo a los pescadores que lanzan sedal como quien busca algo en el destino.

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